martes, agosto 08, 2017

... Y LAS COSAS RARAS SIEMPRE ME PASAN A MI... O NO?









Ante la multiplicidad de cosas que no entiendo, aprendí a seguir a mis corazonadas... cuando algo no me "tinca" es muy raro que esté equivocada, y es más, cuando insisto en no hacerle caso a mi intuición es cuando precisamente queda la hecatombe... la vida me enseñó a ser desconfiada, a ratos mucho pero... en algún momento ocurrió que habiendo coincidido mil millones de veces en lugares y amistades, no conoces, no te encuentras o no te das cuenta de la existencia de otra persona... y en las miles de vueltas, logran encontrarse sin buscarse y surge de la nada un montón de mal llamadas coincidencias... no se los voy a negar: la sensación es acogedora, grata, es de conocer a la otra persona desde siempre, es como reencontrarse con tu amigui de toda la vida... pero también asusta... y me digo "pero cómo tanto? cómo van a ser tantas cosas iguales? esto es verdad?..." bueno, mi intuición me dice que está todo bien y he ganado amigui, pero... también aprendí que las coincidencias no existen y si alguien llega a nuestra vida, en la calidad que llegue, es porque algo debemos aprender mutuamente, para bien o para mal, tiene que ver con la sincronicidad y con que... respeten mis creencias que yo respeto las suyas... bueno a veces... jajajajaja, retomo: tiene que ver, además, con la reencarnación, ya he contado de esto: reencarnamos en grupos para colaborarnos en nuestra evolución, saldar deudas espirituales, entendernos, crecer... y es por eso que hoy les compartiré un material que considero interesante... espero les guste y nos sirva a tod@s para comprender algunas locuras que nos pasan... porque las cosas raras no sólo me pasan a mí... 

Seguro que alguna vez un libro o un anuncio publicitario te han dado la respuesta a esas dudas que continuamente te estabas planteando; que ibas a llamar por teléfono a una persona y en ese mismo instante, es ella la que te llama; que has tenido un encuentro inesperado en un lugar que ni siquiera pensabas o que has encontrado a la persona exacta cuando la necesitabas apareciendo de la nada…
Todos hemos experimentado en alguna ocasión una coincidencia que parecía tan improbable que nos resulta mágica y epifánica, como si existieran conexiones entre sucesos, personas o informaciones a través de hilos invisibles que tan sólo podemos vislumbrar por momentos. Según el psiquiatra suizo Carl Jung esto no es casualidad, sino sincronicidad, uno de los aspectos más enigmáticos y sorprendentes de nuestro universo.
“No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas”
-Friedrich Schiller-

¿Qué es la sincronicidad?

Este concepto existe al menos desde los vedas pero fue Carl G. Jung quien acuñó el término de sincronicidad, refiriéndose a “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera no causal” como la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene cierto sentido para la persona que lo observa.
Jung
Jung llegó a la conclusión de que hay una íntima conexión entre el individuo y su entorno, que en determinados momentos ejerce una atracción que acaba creando circunstancias coincidentes, teniendo un valor específico para las personas que la viven, un significado simbólico o siendo una manifestación externa del inconsciente colectivo. Son este tipo de eventos los que solemos achacar a la casualidad, el azar, la suerte o incluso a la magia, según nuestras creencias.
La sincronicidad nos representaría en el plano físico por ejemplo, la idea o solución que se esconde en nuestra mente, maquillada de sorpresa y coincidencia, siendo de esta manera mucho más fácil alcanzar.
Al igual que Jung, Wolfgang Pauli, premio nobel de la física pensaba que la sincronicidad era una de las expresiones que caracterizaban al unus mundus, una realidad unificada de la que emerge y regresa todo lo existente. Coincidiendo esta concepción con la Teoría de la Totalidad y el Orden Implicado de la Mecánica Cuántica del físico estadounidense David Bohm.

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